Entre dos universos libro pdf

Prueba del Multiverso en el Ramayana – Explicado

Breve historia del tiempo: Del Big Bang a los agujeros negros es un libro de cosmología teórica del físico inglés Stephen Hawking[1], publicado por primera vez en 1988. Hawking escribió el libro para lectores sin conocimientos previos de física.

En Breve historia del tiempo, Hawking escribe en términos no técnicos sobre la estructura, el origen, el desarrollo y el destino final del Universo, objeto de estudio de la astronomía y la física moderna. Habla de conceptos básicos como el espacio y el tiempo, de los componentes básicos que forman el Universo (como los quarks) y de las fuerzas fundamentales que lo gobiernan (como la gravedad). Escribe sobre fenómenos cosmológicos como el Big Bang y los agujeros negros. Discute dos teorías principales, la relatividad general y la mecánica cuántica, que los científicos modernos utilizan para describir el Universo. Por último, habla de la búsqueda de una teoría unificadora que describa todo en el Universo de forma coherente.

A principios de 1983, Hawking se dirigió por primera vez a Simon Mitton, editor responsable de libros de astronomía de Cambridge University Press, con sus ideas para un libro de divulgación sobre cosmología. Mitton dudaba de todas las ecuaciones del borrador del manuscrito, que en su opinión desanimarían a los compradores de las librerías de los aeropuertos a los que Hawking quería llegar. Con cierta dificultad, convenció a Hawking para que suprimiera todas las ecuaciones excepto una[3]. El propio autor señala en los agradecimientos del libro que le advirtieron de que por cada ecuación del libro, el número de lectores se reduciría a la mitad, de ahí que sólo incluya una única ecuación:

Michio Kaku: Escapada a un universo paralelo | Big Think

IntroducciónEn 1981, muchos de los cosmólogos más destacados del mundo se reunieron en la Academia Pontificia de las Ciencias, un vestigio de los linajes acoplados de la ciencia y la teología situado en una elegante villa en los jardines del Vaticano. Stephen Hawking eligió el augusto marco para presentar lo que más tarde consideraría su idea más importante: una propuesta sobre cómo pudo surgir el universo de la nada.

La teoría del Big Bang tenía otros problemas. Los físicos entendían que un haz de energía en expansión se convertiría en un amasijo arrugado en lugar del cosmos enorme y liso que observan los astrónomos modernos. En 1980, un año antes de la conferencia de Hawking, el cosmólogo Alan Guth se dio cuenta de que los problemas del Big Bang podían solucionarse con un añadido: un crecimiento exponencial inicial conocido como inflación cósmica, que habría hecho que el universo fuera enorme, liso y plano antes de que la gravedad tuviera la oportunidad de destruirlo. La inflación se convirtió rápidamente en la principal teoría de nuestros orígenes cósmicos. Sin embargo, las condiciones iniciales seguían siendo un problema: ¿Cuál era el origen de la minúscula mancha que supuestamente se convirtió en nuestro cosmos y de la energía potencial que la infló?

Una salida suave de la inflación eterna

Natalie Paquette dedica su tiempo a pensar cómo hacer crecer una dimensión extra. Empieza con pequeños círculos, esparcidos por todos los puntos del espacio y el tiempo: una dimensión curvada, en bucle sobre sí misma. A continuación, reduce esos círculos, cada vez más pequeños, apretando el bucle, hasta que se produce una curiosa transformación: la dimensión deja de parecer diminuta y se vuelve enorme, como cuando te das cuenta de que algo que parece pequeño y cercano es en realidad enorme y distante. “Estamos encogiendo una dirección espacial”, afirma Paquette. “Pero cuando intentamos reducirla más allá de cierto punto, surge una nueva dirección espacial de gran tamaño”.

Paquette, físico teórico de la Universidad de Washington, no es el único que piensa en este extraño tipo de transmutación dimensional. Un número creciente de físicos, que trabajan en distintas áreas de la disciplina con enfoques diferentes, convergen cada vez más en una idea profunda: el espacio -y quizá incluso el tiempo- no es fundamental. En su lugar, el espacio y el tiempo pueden ser emergentes: podrían surgir de la estructura y el comportamiento de componentes más básicos de la naturaleza. En el nivel más profundo de la realidad, preguntas como “¿dónde?” y “¿cuándo?” pueden no tener respuesta. “La física nos da muchas pistas de que el espacio-tiempo tal como lo entendemos no es lo fundamental”, afirma Paquette.

¿Por qué estamos aquí? | Stephen Hawking | Google Zeitgeist

Charles y Georgine Delmann vivían en una enorme casa georgiana en un terreno de medio acre en Hancock Park. Un par de magnolios enmarcaban la entrada al paseo delantero, flanqueado por setos de boj a la altura de la rodilla, tan pulcramente cuidados que parecían haber sido recortados por legiones de jardineros con tijeras para cutículas. La geometría extremadamente rígida de la casa y los jardines revelaba una necesidad de orden, una fe en la superioridad de la disposición humana sobre el desenfreno de la naturaleza.

Charles y Georgine Delmann vivían en una enorme casa georgiana en un terreno de medio acre en Hancock Park. Un par de magnolios enmarcaban la entrada al paseo delantero, flanqueado por setos de boj a la altura de la rodilla, tan pulcramente cuidados que parecían haber sido recortados por legiones de jardineros con tijeras para cutículas. La geometría extremadamente rígida de la casa y los jardines revelaba una necesidad de orden, una fe en la superioridad de la disposición humana sobre el desenfreno de la naturaleza.

Los Delmann eran médicos. Él era internista especializado en cardiología, y ella era a la vez internista y oftalmóloga. Destacaban en la comunidad porque, además de sus consultas médicas habituales, habían fundado y seguían supervisando una clínica gratuita para niños en el este de Los Ángeles y otra en South Central.