Los científicos sugieren que las ondas cerebrales de un individuo pueden ser lo suficientemente únicas como para actuar como identificación. Puede parecer que no pasa una semana sin otra historia de piratería, robo de identidad u otro delito de ciberseguridad. El año pasado, un equipo de investigadores de la Universidad de Binghamton publicó un artículo que describía un gran avance en la identificación electrónica que eventualmente podría reemplazar las contraseñas, los números PIN y quizás incluso los escaneos de huellas dactilares. Registraron la actividad cerebral de 50 personas mientras miraban 500 imágenes, desde un trozo de pizza hasta la actriz Anne Hathaway. Descubrieron que los cerebros de los sujetos individuales reaccionaron de manera tan diferente a cada una de las imágenes, que el software de computadora pudo analizar los patrones de respuesta y usarlos para identificar la "huella cerebral" de una persona con un 100 por ciento de precisión. Como explicó Sarah Laszlo, profesora asistente de psicología en la Universidad de Binghamton, en una entrevista en ese momento, las huellas cerebrales tienen ventajas sobre los escaneos de huellas digitales. Si se roba un escaneo de huellas dactilares, la persona cuyo dedo se registró está comprometida permanentemente, pero una huella cerebral robada es un objeto digital, no físico, visual, y simplemente podría borrarse y restablecerse.
Según un comunicado de prensa emitido por la editorial Inderscience, la investigadora Violeta Tulceanu de la Universidad de Iasi en Rumania está desarrollando un sistema que analiza las ondas cerebrales de un usuario no solo para verificar la identidad, sino también para evaluar su estado mental. La idea es desarrollar una especie de huella digital emocional para cada persona, es decir, los patrones de ondas cerebrales que experimenta cuando experimenta felicidad, miedo u otras emociones. Dicho sistema podría denegar el acceso si detecta que una persona está actuando bajo coacción, por ejemplo, si un ladrón lo obliga a usar un cajero automático oa abrir una cerradura electrónica en una puerta. También podría detectar que un usuario no (petites mentides sense importància) puede actuar de manera responsable debido a que está borracho o drogado. El artículo de Tulceanu en el International Journal of Advanced Intelligence Paradigms señala que un sistema de identificación de ondas cerebrales basado en las emociones podría volverse más sofisticado con el tiempo, a medida que reuniera más y más datos sobre las emociones de una persona. En 2015, investigadores de la Universidad de Rochester desarrollaron un programa de computadora que las personas podían usar para controlar su propia salud mental mediante el análisis de videos de selfies que tomaban con sus teléfonos inteligentes.
Hemos creado obras de arte que pueden afectar las emociones y provocar conversaciones reflexivas.
¿Matar es parte de la naturaleza humana? Hamlet de William Shakespeare proclamó: "¡Qué obra de arte es un hombre, qué noble en la razón, qué infinitas en las facultades, en la forma y en el movimiento qué exprés y admirable, en la acción como un ángel, en la aprehensión como un dios!" El punto de Hamlet era que los humanos son una especie notable, aunque el propio Hamlet ha perdido todo aprecio por la humanidad. Los seres humanos han creado estructuras arquitectónicas fenomenales que van desde pirámides hasta rascacielos. Hemos explorado las profundidades del océano y la superficie de la luna. Hemos creado obras de arte que pueden afectar las emociones y provocar conversaciones reflexivas. Quizás lo que nos hace aún más notables es que tenemos esta capacidad aparentemente infinita de lograr grandes cosas y, sin embargo, nuestra historia está llena de violencia entre nosotros. ¿Cómo podemos dedicar innumerables horas a cuestiones de arte, ciencia y otras actividades sofisticadas y aun así cometer actos de asesinato o librar guerras en todo el mundo? Los seres humanos tienen la capacidad de razonar y transmitir el conocimiento a las generaciones futuras.
Esta habilidad hace que parezca que basamos nuestras acciones principalmente en la racionalidad. Pero, ¿cómo reconciliamos eso con el acto de eliminar a otros miembros de nuestra propia especie? Es un problema complejo. Parte de la respuesta puede ser que no estamos tan separados de otros animales como imaginamos. Es peligroso atribuir rasgos a otras especies: corremos el riesgo de antropomorfizar a los animales y asumir que las razones por las que se comportan de cierta manera son las mismas que las nuestras. Pero en general, parece que el comportamiento animal es producto del instinto, la emoción y la razón. Algunos animales demuestran una mayor aptitud para el razonamiento que otros. Los seres humanos están en la parte superior de esa lista. Pero eso no significa que todas nuestras decisiones se basen en una racionalidad fría y calculadora. La investigación del neurocientífico Antonio Damasio indica que las emociones juegan un papel importante en la toma de decisiones. Realizó experimentos con personas que habían sufrido daño cerebral que afectaba la parte del cerebro que nos permite experimentar emociones.