Universidades corporativas diez casos de éxito

Estructura de la universidad corporativa

En el entorno actual de alta velocidad, las organizaciones están cambiando constantemente y aprendiendo a lidiar con el cambio. A lo largo de la rápida evolución del mundo de la formación y el desarrollo, las universidades corporativas han seguido siendo herramientas estratégicas para que las organizaciones logren una ventaja competitiva, desarrollen líderes e impulsen el cambio de comportamiento.

A mediados de los años 50, el presidente de GE, Ralph Cordiner, decidió que la mayor limitación para el crecimiento de su empresa era su lista de directivos. GE se estaba expandiendo exponencialmente, añadiendo nuevas instalaciones en diferentes lugares, y su oferta de directores generales de alta calidad era cada vez más escasa. Cordiner necesitaba preparar a personas de confianza para dirigir estos puestos lejanos, personas profundamente adoctrinadas en la cultura de la empresa.

Así que en 1956 GE compró una parcela de terreno frondoso a una hora al norte de la ciudad de Nueva York y estableció su centro de formación de directivos de Crotonville. GE afirma que es la universidad corporativa más antigua del país. En total, Crontonville es un campus de 59 acres, al que acuden alumnos de las unidades de GE de todo el mundo; entre sus características y servicios se encuentran la formación individualizada, nuevos comedores renovados y grandes anfiteatros.

Universidades corporativas en rrhh

Cuando analizamos los factores que más amenazan a la educación superior estadounidense hoy en día, es razonable -incluso lógico- mirar dentro de nuestras instituciones porque hay muchos peligros dentro del mundo académico en esta coyuntura de su historia. Puede sonar alarmista decirlo, pero el mundo académico está realmente al borde del precipicio.

En primer lugar, la economía de la enseñanza superior ya no es sostenible, ni para las universidades ni para los alumnos que estudian en ellas. Los costes se disparan para las instituciones, y la carga de la matrícula y el alojamiento y la comida está llevando a las familias y a los estudiantes a una deuda profunda y a veces irrecuperable.

Mientras las universidades buscan soluciones financieras para reducir o, al menos, gestionar los costes, se enfrentan a una miríada de riesgos igualmente desestabilizadores: nuevas tecnologías que están rediseñando la impartición de los cursos; una economía y un mercado laboral cambiantes; una opinión agriada sobre el valor de la educación superior (con investigaciones convincentes que respaldan esta opinión por parte de estudiosos como Richard Arum); y estados y un gobierno federal reacios a ser socios en la financiación.

Modelo de universidad corporativa en la formación y el desarrollo

– A medida que las fronteras entre la formación y la educación han ido convergiendo, la demanda de los servicios de las universidades y la respuesta del público tradicional se han alejado, dejando un vacío que ha sido llenado por el desarrollo de la universidad corporativa. Ahora, el Gobierno británico propone flexibilizar la normativa sobre el estatuto de las universidades, lo que permitirá a las universidades corporativas obtener competencias en materia de concesión de títulos.

– Este artículo describe el ascenso de la universidad corporativa en tiempos turbulentos, examinando los factores externos que han contribuido a su desarrollo y los beneficios internos que han impulsado su éxito, basándose en una serie de estudios de casos. También plantea cuestiones sobre su futuro.

– El debate se centra en la extrapolación de la situación actual al futuro, destacando que las universidades corporativas podrían suponer una amenaza aún mayor para las universidades públicas tradicionales en el futuro, ya que pueden estar mejor situadas para ofrecer una experiencia de grado significativa a los estudiantes que abandonan la escuela que la que se ofrece actualmente en el sector educativo.

Las mejores universidades corporativas

Las grandes y medianas empresas, acostumbradas ya a la delicada tarea de implantar el cambio, saben, por haberlas soportado en el pasado, que los fracasos de los proyectos se deben a menudo a la incapacidad de adaptarse o de tener en cuenta las culturas. Como dijo el filósofo Alain Etchegoyen, “la cultura empresarial es un cierto número de hábitos, costumbres, representaciones que son comunes a toda la población. Es el punto cero del que se parte en un momento dado, y un buen conocimiento de la cultura permite determinar los métodos a utilizar. En otras palabras, toda cultura merece inversiones, tanto si sirven para salvarla como para transformarla”. La cultura, pero más a menudo las culturas, pueden ayudar o incluso obstaculizar el proceso de cambio, sea cual sea su naturaleza, y a veces se han quedado tan obsoletas que hay que cambiarlas

profundamente. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando una empresa transforma su modelo de negocio o sus procesos industriales, etc. No existe otra opción que trabajar colectivamente por un cambio cultural radical. Es necesario inventar un lugar, aunque sea virtual, que encarne el alma de la empresa -distinto de la sede central- que pueda tomar las decisiones difíciles, incluso peligrosas, pero inevitables, imprescindibles para la supervivencia de la empresa. Casi todas las universidades corporativas se construyen por razones culturales, es decir, para unir a todo el mundo en torno a la cultura, y ofrecer una prueba (si es necesario) de que se tienen en cuenta cuestiones que van más allá del ámbito tranquilizador de la racionalidad. Estas estructuras educativas parecen transmitir un mensaje importante: se tiene en cuenta el factor humano. Sería valioso nombrar a su Jefe de Aprendizaje como también a su Jefe de Cultura.